A finales del s. XIX se instalaron en Laredo un grupo de empresarios italianos que controlaban el comercio de la anchoa (bocarte-boquerón) en el Mediterráneo.
En poco tiempo descubrieron el potencial de esta zona frente a la escasez de la anchoa en sus costas. Decidieron así dejar atrás no sólo su país, sino el sistema de ahumado y salazón de la anchoa para desarrollar otro mucho más delicado basado en conservarlas en aceite de oliva.
Con este nuevo sistema ha llegado hasta la actualidad la industria conservera establecida principalmente en la costa oriental de Cantabria (Santoña, Laredo y Castro Urdiales)
Son estas 3 poblaciones las que aúnan el 80 % de la producción nacional y sin duda esta es la «mejor anchoa del mundo».